María
Rodríguez de Monroy, conocida como María la Brava, vivió al final
de la edad media, aunque no se conocen las fechas exactas, sabemos que nació en
Plasencia y murió en Salamanca. Hija de Don Hernán Rodríguez de Monroy y Doña
Isabel de Almaraz.
Pertenecía a
la nobleza de los tiempos del Rey Don Juan II de Castilla (1405 - 1454). Se
casó con Enrique de Sevilla, señor de Villalba, en la ciudad de Salamanca, del
que enviudó joven y del que tuvo una hija y dos hijos varones llamados Luis y
Pedro.
En el año
1465 ocurrió en Salamanca una gran tragedia. En el juego de pelota hubo una
pelea donde combatieron dos familias rivales, los Manzano contra los hijos de
doña María. Vencieron los Manzano que mataron a Luis y a Pedro, que entonces tenían
diecinueve y dieciocho años respectivamente. Al enterarse doña María, persiguió
a los asesinos de sus hijos hasta encontrarlos y ejecutarlos. Doña María mandó
además, que les decapitasen después de muertos, clavando las cabezas en
lanzas que depositó en las
tumbas de sus hijos enterrados en la iglesia de Santo Tomé. Por este motivo le
pusieron el apodo de “María la Brava”.
Su gesto no
tuvo perdón cristiano, pero quedó paliado por su posterior arrepentimiento,
dado que se retiró a su palacio para llorar por el resto de sus días la perdida
de sus hijos y el horrible pecado cometido por ella.
En 1909 el dramaturgo Eduardo Marquina
llevó a los escenarios la vida de María Rodríguez, en una obra titulada Doña
María la Brava, encarnando al personaje en el estreno la actriz María Guerrero.
Muchas gracias, Luis
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